Tenes el disfraz, no la manera de que te quiera otro rato más..

martes, 10 de agosto de 2010



Bajo las
estre-
llas vos
eras distinto
a los demás !

Amores había tenido - Poldy Bird

Aseguré la correa de la cartera al hombro, conté el vuelto, tomé la
bolsa de los zapatos con la otra mano, le dije sí al taxista después
de que me recomendó cerrar despacio la puerta del auto y bajé.
No estaba triste ni contenta, no hacía frío ni calor, no pensaba en
nada…Y de pronto te vi, parado frente a mí, sonriendo,
atildado como siempre (digo como siempre porque hasta hace
cuatro años siempre había sido así, y generalmente la gente, cambia poco).
-Hola…
Hasta el mismo perfume.
Y el gesto protector de agarrarme el brazo. Un gesto mecánico que
me encantaba, pero en esta oportunidad me obligó a recapacitar
que no era algo que hacías solamente conmigo sino con cualquier
mujer que estuviera cerca. Y que, por supuesto, conocieras.
-Hola.
Ese perfume…y la presión de tu mano… y un beso al vuelo en la
mejilla… Mi mente estaba fría, razonadora, en guardia.
Pero mi cuerpo, como si obrara por su cuenta, comos si fuera

un ente aparte de mi inteligencia y mi psiquismo, se conmovió.
-Tenía el presentimiento de que un día de éstos iba a verte…
La voz.
Ahora era tu voz rozándome, rasgándome, entrando en mi temblor.
Una voz que me sublevó con palabras, que con palabras me suavizo,
me hizo reír, sollozar, me llenó de ternura, de lástima, de rabia…
-Así que ahora sos adivino- mustié.
¿Por qué el sarcasmo? ¿Por que no podía responder tranquilamente,
estableciendo distancia que mantuviera lejos de la conmoción y los
reproches?
-Si tenés un ratito podríamos tomar un café- apremiante, empuñando
el timón, seguro te diría que sí. Y dije que sí.
En la esquina había una confitería, nos sentamos lejos de la ventana;
la luz era suave y le daba a todo un tono melancólico, mágico, de película
de Visconti. No preguntaste qué quería, pediste dos cafés.
Nunca preguntabas.
Y cuando yo te preguntaba algo, casi siempre respondías con otra
pregunta, o con evasivas que no llegaban a conformar una respuesta
coherente. ¿Había sido difícil lo nuestro, o yo transformé en
complicada una cosa que pudo ser sencilla y transparente?
Los recuerdos iban y venían, como flechas lanzadas al aire por un
arquero loco.
Mis largas esperas junto al teléfono, aguardando una llamada
que no harías.
Tu aparición al día siguiente, como si nada, extendiendo los brazos:
‘Me fue imposible, tu número me daba ocupado, ocupado’.

Excusas increíbles, mentiras infantiles… eras un campeón
defendiéndote de estupideces… después te ibas y yo me quedaba
rumiando la bronca, desolada, con ganas de tirarme por la ventana o
de matarte. Pero no me tiraba por la ventana… ni te clavaba un
cuchillo en el corazón... no. Me iba a la peluquería, trataba de
parecerte bonita, de peinarme como te gustaba, de usar los colores
que preferías…
¿Es que no había otra cosa en mi vida más que vos?
¿Acaso no podía quitarte de mi centro?
Caminando por la calle te llevaba conmigo, aunque no estuvieras allí.
Viendo una película en el cine o por t.v, secretamente te la
comentaba. Mirando vidrieras, oyendo música, sumando, restando.
Que manía tenemos las mujeres cuando nos enamoramos. Todo lo
transformamos en ‘él’. Pero ¿‘Él’ nos tiene presente todo el tiempo?
Cando el mozo trajo los pocillos de café me di cuenta de que habías
tomado mis dos manos entre las tuyas.
Otra vez mi cuerpo traicionándome, obrando por su cuenta,
sin pedirle permiso a mi criterio. (…)
Quise retirar mis manos pero ellas se quedaron ahí, sumisas,
entregadas. Mi cuerpo te extraño (…)
Me costó tanto, tanto sacarte de esa obstina espera, borrarte de mi
tiempo cotidiano, aprender a mirar relojes sin que manejaras las
agujas…
Me costó tanto, tanto recuperarme para mí, volver a ser ‘una
persona’ y no ‘los dos’.
Y ahora, ahí, en pocos minutos, estabas otra vez duelo y señor de
la situación, moviendo las piezas necesarias para otro jaque mate.
-Nuca volví a querer…lo que vos despertaste en mí fue único-
afirmaste teatralmente.
-¿Y estás solo?
-Bueno…solo, solo…no. No quiero mentirte tengo una relación…
nada importante…
-¿La misma de hace cuatro años?
-No. Eso se terminó. Te dije que era solamente un recreo fugaz, una
equivocación, una tontería de distraído…No. Otra… sin importancia…
algo que se puede cortar en cuanto le decida…
Fue como volver a oír cosas que había escuchado. Como ver
nuevamente una película vieja.
¿Otra vez? ¿Pasar por todo aquello otra vez?
Mis manos te soltaron.
Mi pulso se fue tranquilizando. Mi cuerpo volvió a mi, como un
cachorro que regresa a su amo después de haberse escapado a
correr por la plaza. Bebí tres traguitos de café, miré el reloj-
-Perdóname, pero ya llego tarde- mentí. Tranquilamente
-¿Puedo llamarte mañana?
-No, mañana no.
-Pasado…-No, ni mañana ni pasado ni nunca. Yo también tengo un
compromiso, ¿sabes?, pero no se trata de algo sin importancia, es
una persona muy valiosa y no quiero perderla jamás. Se te endureció
la mandíbula. Ese gesto de bronca que conocía de memoria.
-Bueno…- te pusiste de pie para despedirme- Que todo salga bien.
-Gracias. Todo va a salir bien. Me lo merezco.
Y salí sonriendo. Salí apurada, casi corriendo.
Mi compromiso era en verdad con una persona muy
valiosa, que no quiero perder jamás: CONMIGO.